La mujer del camino

 

La Mujer del camino 

Hace tantos años que se había perdido la cuenta, se veía un aciano que deambulaba por las calles de un pueblo llamado Corozal, localizado al norte del Estado de Veracruz, un anciano que hacía años que caminaba sin rumbo, siempre con esa incertidumbre que por momentos tenemos, de no saber hacia dónde nos dirigimos.

Una noche brumosa llena de neblina, a las doce en punto vio una bola de luz brillante a lo lejos frente a él y decidió emprender camino y seguirla, por su mente no pasaba ningún pensamiento como era de costumbre, el solo caminaba y caminaba sin esperar nada y sin tener un lugar como objetivo de llegada.

Siguió caminando hasta que las casas de aquel pueblo desaparecieron de la vista de aquel anciano, ya solo que quedaban la luz, el anciano, el viejo camino de graba y una bastedad de maleza que lo rodeaba y que hacía que los rayos de luz de la luna apenas pudieran atravesar entre todas aquellas hojas de los árboles, esto y sumando la neblina que había esta noche hacia casi imposible el ver a más de unos metros al frente.

Conforme pasó el tiempo y el anciano avanzaba más sobre aquel camino la bola de luz parecía que desaceleraba su paso y se acercaba más al anciano, hasta que de un momento a otro esta luz desapareció para dejar en ella un silueta oscura con la forma de una mujer madura que se posaba en medio del camino, y se pudo escuchar como esta emitía una voz, era una voz suave como si de una ángel se tratase, pero el anciano no logro entender lo que esta decía y siguió caminando hacia ella para hacia lograr escucharla y al llegar a ella el anciano con un tono confuso dijo:

-        ¿Qué has dicho?

Y fue en este momento en que pudo ver el rostro de aquella mujer, tenía una tez blanca y sus facciones eran las de una mujer muy bella, llevaba un vestido blanco que llegaba a cubrir sus tobillos y el pelo que le llegaba a la cintura era de un tono oscuro, era una mujer joven si duda.

Ella al escuchar las palabras del anciano le repitió aquellas palabras que le había mencionado antes:

    ¿A dónde te diriges anciano?

    ¿A dónde?

Preguntó el anciano con extrañeza.

    No lo sé, no se ha donde me dirijo.

    Si es así, sígueme.

El anciano la siguió, no tenía nada que perder, al menos ahora tenía a donde ir.

Después de unos segundos la mujer lo guío hacia las orillas del camino en donde se encontraba un caballo con una silla hermosa , el caballo era de un color negro hermoso, no se veían esos caballos por esa zona, el anciano trepo al caballo seguido de la mujer la cual lo tomo por la cintura y movió sus pies de tal manera que el caballo comenzó a trotar.

En cuanto el caballo empezó a trotar la mujer volvió a hablar, pero esta vez para advertirle al anciano.

    Tu mirada solo puede estar fija hacia al frente, si volteas tu mirada no te gustara lo que detrás de ti verás.

El anciano al escuchar esto sintió como un sentimiento de horror recorría su cuerpo de pies a cabeza, pero aceptó lo que había dicho la mujer y fijo su mirada hacia el camino que yacía frente a el.

Pasaron los minutos arriba de aquel caballo, cuando el anciano sintió el peso de la cabeza de mujer caer sobre su hombro, al principio le pareció un tanto extraño al anciano, pero no comento nada, siguió viendo hacia el camino, pero conforme pasaba el tiempo el peso que la mujer dejaba caer sobre el hombro del anciano parecía ser más y más hasta que el anciano no aguantó más y decidió voltear su cabeza para ver a la mujer.

No podía creer aquello que estaba viendo, tomaban sentido las advertencias de aquella mujer, la mujer ya no estaba más tras de él, en su lugar una criatura con cuerpo de mujer y con la cabeza de un caballo, la cual dejo caer sobre el hombro del anciano, el anciano no tuvo más que hacer, mas que empujar a aquella cosa y hacerla caer del caballo y acelero el paso golpeando con sus piernas el abdomen caballo, después de ver esto no pudo voltear hacia atrás hasta que en el horizonte se podían ver la luces del pequeño pueblo, lo cual hizo sentir en el anciano un sentimiento de alivio.

El anciano entró trotando en el caballo al pueblo y descendió lo más rápido que pudo de el para encontrar a unas personas que estaban sentadas frente a una casa, el anciano se apresuró a contarles todo lo que le había acontecido, y como prueba el anciano apuntó a donde había dejado al caballo y dijo.

    He llegado en ese caballo de allá.

Pero cuando volteó la mirada hacia el caballo, no encontró un espacio vacío entre todas aquellas casas del pueblo, ni huellas del caballo era como si se hubiera desaparecido, volteo de nuevo hacia aquellas personas y supo que nada de lo que pudiera decir le ayudaría en algo y es así como decidió seguir siendo aquel anciano que vagaba por las calles de aquel pueblo, pero jamás abandonando sus viejas rutas.

 


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